Tuesday, May 02, 2006

La realidad negada

Cuántas veces, en conversaciones de confianza, alcohol o depresión –o de las tres variantes juntas–, he escuchado a una mujer una de estas frases infelices (y le he visto una de estas expresiones de amargura asolapada):

a) La verdad es que mi enamorado –novio o esposo– no me satisface (cara de resignación absoluta).
b) Solo uno de cada siete –ocho, nueve o diez– hombres con los que me ha acostado me ha hecho llegar a un orgasmo (carcajada de orgullo y de ganas de seguir buscándolos).
c) Ay, si te contara cuántas veces he fingido (semblante de experiencia y orgullo de la caridad otorgada)
d) Hace años que no tengo un orgasmo (risas reprimidas).
e) Nunca he tenido un orgasmo (media sonrisa de envidia a las demás).

No sé a cuáles ni a cuántas de las pocas mujeres con las que me he acostado he hecho feliz. De hecho, la experiencia me dice a quiénes sí y a quienes no, y en qué ocasiones, pero se trata solo de suposiciones, y no espero que ninguna me lo aclare por esta vía.

El hecho es que, en las miles de conversaciones ‘varoniles’ en las que he participado –porque nos encanta hablar del tema, no me explico porqué–, la realidad de las frases antes repetidas no tiene validez o asidero. He escuchado –incrédulo– miles de testimonios sobre la dicha de las féminas que tuvieron la suerte de cruzarse con ellos –‘cómo gritaba, cómo gemía, como gozaba’– y el placer de sus miradas al final de la batalla. Pero nunca he escuchado a un hombre reconocer su incapacidad para regalar placer.

(Yo no seré el primero.)

Exijo una explicación – II

Ya sé, usted no entiende nada.
La verdad, no tiene que entender nada: este es mi blog, no el suyo.
Aquí –se lo advertí desde el principio– "diré lo que quiera".
¿Acaso lo ha olvidado?

Pero, vamos, seré condescendiente con usted.
Evidentemente, los textos Mirando al techo y Chau, no va más tienen un porqué. El porqué se autodenomina "la mejor novia del mundo". Así se definió en su mail de despedida, y es cierto, fue la que siempre quise tener y de la que no me enamoré cuando la tuve al alcance por fin.

Llevaba un par de meses siendo feliz con ella a nuestro modo, pero –como dice ZZ– "así el el fulbol".
Sexo, pudor y lágrimas fue el texto que nunca me atreví a enviarle.
Desde ese día, quisiera saber cómo está, qué ha sido de su vida y si ya se enamoró a primera vista por primera vez.